Te Prometo Anarquía

hurgarnos, allí donde coinciden el secreto de la luz con el férreo apostolado de la muerte, donde se gesta la dilatación y los bálsamos, el énfasis preciso de lo imaginado

Blanca Victoria de Lecea

 

[BLANCA VICTORIA DE LECEA]

 

Cortar las flores

Deshacerse de intangibles primaveras

ya no nacerán, ni una más

en el vientre.

 

Química

Tenía un libro entre las piernas

 

Nos hablan de dolor y destrozos

como si no supiésemos.

Como si no nos hubiésemos ya diplomado

en sufrimiento crónico.

Nos hablan y hablan

sin saber

que contenemos más lágrimas que agua.

¿Destrozos tú a mí?

Venga, valiente,

Desiste.

 

Yo todas las desatenciones que he tenido con el continuo presente

Y su esclavitud

han sido gracias a la poesía

 

Hogar

Cuna y sepulcro

 

Morar el vacío

Pertenecer a lo ajeno.

 

Llevo en mí la muerte

se es sola

a cada caer lentamente rodeada de amigos

con su inmanente sonrisa

Y se contempla el ajeno y lejano silencio

-Siempre un cristal de por medio-

cuando se baila descalzo y sin freno,

Y se rompen y vierten las venas

a cada conciencia del intrascendente devenir

que es el paisaje de la escena.

 

Cae y calla

Silencio

No hagas ruido

No salgas del cuarto

Shhh

Quieta, auséntate

No despiertes a la bestia

En este morar

el silencio es el rugir de la nada

 

Y todavía cantas mientras te devoras a ti misma

Perfumada de vainilla

vive la ausencia de la enamorada

Cigarrillos de terciopelo

nublan su mirada

Cantares de naufragio

velan sus anhelos:

y qué es la muerte

sino no nombrarte;

caer en la losa

sitiar el presente

y qué es la vida

sino salvar mil millas;

caer en los lazos

aliviar la partida

¿Cuántos abrazos le habrás afanado,

Sombra de lo difuminado?

 

El motor se para

Alcanza el umbral y resbalan los cuerpos de las bicicletas. Se sumergen y despeñan al suelo.

No se puede seguir eligiendo libros en las bibliotecas. Se ahogan los lactantes arriados.

No se puede seguir tirando de piedras. Se quiebran y derraman los afectos.

No se pueden dar más pasos. Fundieron las fuerzas.

 

Amasijo devorado por el ciego latido

¿Quién te anida? Consulto al retrato

Ningún temblor en el resplandor deshabitado del sur

La imagen que soy ignora mi presencia

Y no sé quién responde:

Ecos caídos de lejanos transitares.

Han entrado las termitas derramando denso oleaje,

por las costuras, se ve lo negro.

El felpudo se convirtió en envoltorio y no hay madre.

Quedaron las dunas, los huérfanos huecos en el lecho deshojado.

Eres

esta Caverna lanzada al velo del vacío, al olvido del delirio

 

Sitios que al mismo tiempo hablan de recuerdos diferentes

Él me hablaba de quién realmente había ganado la segunda guerra mundial.

Y yo le miraba a base de susurros de antiguas complicidades.

 

Incapaz de aguantar la concentración,

imaginaba cómo sería discutir con él

la sutil diferencia

entre la angustia y la melancolía,

o si prefería tener perros o hijos

o si quería abrazarme el tiempo que nos quedaba

por compartir.

 

Ésta última se la escribí con una caricia

pero él prefirió seguir con la guerra.

 

BLANCA VICTORIA DE LECEA. (Madrid, España, 1991). Perteneció al grupo literario Clepsidra. Ha aparecido en diversos fanzines digitales (Por Qué Tiemblan, Absurdo, Tea Herética o Descotazar), páginas web (Errr-magazine, New Spleen) y en los libros de antología poética El país de los poetas y Anónimos 2.3. Es Periodista Cultural para Drugstore Magazine y escribe en su blog personal.  Actualmente, realiza el postgrado Estudios Artísticos, Literarios y de la Cultura en la UAM.

 

 

13 de enero de 2016
1991, autor invitado, España, Madrid, poesía

¿algo qué decir?