[LUCÍA OCHOA FIGUEROA]

I

Una a una se aparecen las letras
en los papeles y en las paredes
una a una van botando lágrimas
van rasgando sus velos
                                                   Figuritas que esconden al universo

 

Que tapan los misterios del pasado
tras sus falditas indecentes
en sus miradas profundas

               Figuritas que atacan las manos y gritan sin tener bocas

 

la REALIDAD se ve distinta
                                            en mayúscula
Las letras allí reunidas hablan de otra cosa
de cuerpos exangües en donde duerme el vino
y de calles angostas en donde se aniquilan los sueños

Las letras vienen arrastrando los pasos
tomadas de las manos
se apoderan del edificio de mi mente
y planean allí su próxima emboscada
para inventar al mundo.

                                

Figuritas que son el semen que engendran el recuerdo


Y la historia…

 

II
El cielo amenaza con llorar toda la tarde
cada vez son más sus muertos
y el luto su constante

                                       Interpretamos un réquiem por los muertos

Rezamos, oramos, pedimos por sus almas
el lenguaje es extenso
las letras dadivosas
usamos el término que sea conveniente

Usted elige, usted es el cliente

Suenan las campanas por los muertos
Vienen las que lloran por vocación
y los que son fuertes incluso ante la muerte

no hay que olvidar los trámites
y los aperitivos para los amigos

la muerte es común por estas calles
las letras lo denuncian
hacen muecas intermitentes en los diarios
en los muros, en las cartas.
                                 Interpretamos otro réquiem por los muertos

Sí,  otro réquiem está bien, es sólo que…
Las letras esperaban parar las muertes.

III

En el montoncito  de jeroglíficos y signos
que tú y yo reconocemos
se formó un charco cuando picaste a la luna
cuando la desangraste en poesía

y quede atrapada como ninfa
buscándote en el reflejo
al fondo estrellas ahogadas
con las manitas entrelazadas

Necesito refugiarme en tu pecho contra el mío

Necesito paz esta noche
la paz de morir lentamente
en el charco plateado de tus ojos polifónicos.

Necesito escribirte aunque sea por consuelo

IV
Para aniquilar la historia
hay que llorar mucho
hay que desangrar los ojos encima del papel
ya se sabe que las lágrimas borran la tinta
y si no hay tinta sobre el papel
no hay memoria

y algunos nos conviene no tener historia
por eso lloramos por vocación.

Quien sabe que hace más daño
Si los pasos agitados del mundo caminando sobre mi cabeza
o las lágrimas que se desploman sobre estas letras.

V
Los pasos se confunden entre las multitudes
estamos siendo MUCHOS
estamos haciendo mucho ruido
estamos disturbando las galaxias
                                                        Con tanta burocracia
Hasta para amarnos hay que llenar formularios
Un contrato y algunos testigos.

las letras hablan de todo y no las condena la ética
pero sí se condena al heraldo
sí se condena al que les presta manos, tinta y puño
somos víctimas de las letras

pero ya estamos aprendiendo

las víctimas están no para ser rescatadas
sino para ser aún más victimizadas

Todos nos sonreímos
alguien está hablando pavadas
son las letras que nos atacan.
Una letra no es otra cosa que un grito silencioso

que retumba en el tiempo

y en la inmensidad del universo sin tener boca.

Eso es capacidad de discurso, lo demás no es nada.



« desde un columpio de aventuras, Petoulqui dilata la matriz de la metaliteratura y otorga

 un mirada que se esconde para desentrañar retazos de vida entre los recovecos de la urbe »



10 de septiembre de 2008
1983, poesía, Quetzaltenango