Te Prometo Anarquía

nutridas sensaciones de estampas integrales al servicio de reveses cautos y del siempre bienvenido asombro

 

[FELIPE BAGUR]

 

En esas noches,
En ésas,
En donde tu lugar está vacío
Y donde sólo el aire
Transita recordándome
Mi fatal soledad,
Mi fatal existencia sin ti.
En esas noches…
En esas
Sin ti,
Mi cuerpo queda estupefacto
Sin vida, sin muerte.

UN DÍA ESPECIAL

Sandro, cuando se levantó esa mañana, se dispuso a vivir ese día como el primero de toda su existencia y a disfrutarlo como el último su vida.
Colocó agua en una olla para preparar café hervido, para él el instantáneo era asqueroso y lleno de químicos perjudiciales para la salud. Primero dejó que empezara a hervir el agua, después echó cuatro cucharadas de café, esperó que reposara un poco para que la shingas se asentara y saborearlo mejor. En ese momento el ambiente de la cocina y de la casa se llenó de su aroma, siempre le agradó ese olor, respirarlo e imaginar sabor en sus labios y lengua, había sido un ritual familiar que nunca había olvidado, lo aprendió en casa de sus padres durante su niñez y adolescencia.
Echó el café en su taza y otra oleada de olor llegó a su nariz, era exquisito y sobre todo más, en ese día. Cuando terminó de servirlo, recordó que su padre le decía:
―Un café sin la compañía de un cigarro no es café.
Entonces tomó un cigarro de la cajetilla de su bolsillo y encendió uno, le agradó el primer jalón, sentía como entraba el humo en su boca y el trayecto hacia sus pulmones. El café y los cigarros eran las tradiciones que más disfrutaba.
En el transcurso de esos instantes, de esa ceremonia, empezaron a llamar a la puerta, pero Sandro lo ignoró y continuó encantándose de las costumbres y de los instantes que empezaban a formar el día.
Cuando más disfrutaba de esto los toques en la puerta se hicieron más insistentes y molestos, sonaban cada vez más violentos y continuos. Sandro se levantó interrumpiendo el ritual para saber quién era el visitante tan inesperado.
Sandro se sorprendió en el momento que abrió la puerta, sus ojos se abrieron exageradamente y su corazón empezó a latir fuerte, sabía que ese día llegaría pero nunca se imaginó que ese era hoy, el mismo en que se disponía… este tan especial…, tan hermoso.
Sintió la puñalada en el abdomen, mientras su pensamiento seguía rumiando, después otra y otra más. Entonces su pensamiento inició a diluirse y fue hasta entonces que sintió su sangre fuera de su cuerpo, sintió cómo se desangraba y cómo abandonaba su cuerpo. Cayó al suelo con la mirada fija en sus pensamientos, en su tragedia.
El visitante entró, pero para cerrar la puerta tuvo que empujar un poco el cuerpo que yacía tirado en el suelo, pasó sin preocupación alguna, casi ignorándolo. Caminó dentro de la casa sin ningún problema, en el interior de la cocina sintió el olor a café y cigarro, recordó que era algo típico de su familia, se sentó y continuó bebiendo el café y aspirando el cigarro iniciados por el que estaba tirado en la entrada de la casa, siempre despacio para pensar.
Cuando los terminó hizo un recorrido imaginario del día de trabajo, se sumió en tristeza y resignación, sabía que tenía que continuar con la monotonía de su trabajo, de su vida, de todo lo que hacía.
—Mañana… ―pensó el nuevo Sandro―, mañana viviré el día como el primero de mi existencia y como el último de mi vida. Cuando hacía esto una sensación escalofriante recorrió su cuerpo al recordar al mismo tiempo que alguien tocaría a su puerta.

NAVIDAD

El viento
Trae murmullos
Con olor a pólvora,
Luces y de música alegre;

De forma antagónica
El pensamiento
Trae susurros
De tristezas pasadas,
Recuerdos
Y de un negro futuro.

LA NIÑA DEL GRUPO

Levantó su brazo derecho y agitó suavemente su mano para indicar al autobús que se detuviera, cuando éste lo hizo ella subió rápidamente porque de lo contrario el conductor emprendería la marcha sin importarle que ella estuviera dentro de la unidad.
Siempre, desde pequeña, había odiado cualquier tipo de conglomeración de personas tanto dentro de los buses como fuera de estos, por eso acomodaba su horario intentando no encontrarse en esa situación. A pesar de planificar todo, la mayoría de veces no encontraba lugar y debía de llegar a casa parada sosteniéndose del tubo colocado en el techo del bus.
Esta vez, cuando entró vio con sorpresa dos lugares vacíos, era extraño, siempre estaban completos pero en esta ocasión parecía como si estos estuvieran reservados especialmente para ella, parecía ser un día especial, aunque no sabía porque, lo era. Decidió sentarse en el lugar que daba al corredor, nunca en su vida había ocupado los lugares cercanos en la ventana porque sus padres y abuelos siempre la había sobreprotegido, aunque hoy sentía cierta curiosidad por hacerlo, no había alguien para detenerla, pero desistió con temor rápidamente porque sintió como si ellos estuvieran evaluándola.
Todo trascurría de forma monótona, como cualquier otro día. Los pasajeros estaban callados, enfrascados en sus pensamientos, ausentes del presente y de los demás. Hasta que, de una forma insólita para romper todo lo lineal del transcurso, el bus se detuvo con el fin de recoger a un nuevo pasajero: un hombre pequeño, de edad avanzada, piel pálida y pelo cano.
El anciano caminó dentro de la camioneta dirigiéndose hacia el asiento vacío, se paró frente a ella y con la vista le dio dos opciones: dejar el camino libre para el asiento vacío o moverse hacia éste. En ese momento ella empezó a sentir nuevamente la ansiedad de comprobar qué sucedería si se movía al asiento prohibido durante años y en cuestión de segundos decidió pasarse ese espacio y se encontró en el lugar que daba a la ventana. El anciano sonrió hipócritamente agradeciendo, sentándose callado y luego concentrarse, como los demás pasajeros, en sus pensamientos.
No existía problema alguno, al contrario, era satisfactorio y cómodo el lugar, el sol atravesaba el vidrio de la ventana pegándole finalmente en casi todo el cuerpo, era una sensación hermosa y excitante a la vez, no podía creer que le negaran esto tanto tiempo.
Pasó poco tiempo para que ella se empezara a sentir incomoda en el asiento, el calor aumentó, transformando la alegría y excitación en una desesperación permanente. Repentinamente observó el reloj para encontrar alivio en el tiempo, pero fue todo lo contrario, hacía falta mucho para llegar a casa y también notó una serie de manchas rojizas en el brazo. Esto la sorprendió un poco, pero fueron olvidadas rápidamente por la sensación de incomodidad del puesto que había escogido.
Los segundos se hicieron eternos, el asiento había pasado de incómodo a ser desagradable, especialmente porque las manchas se hicieron más grandes, cubrían ahora casi toda la piel y sentía un escozor desesperante, se rascó pero en lugar de aliviarse aumentó la terrible sensación. Odiaba su decisión, a sus protectores muertos, a los pasajeros, al puto chofer, a todos. Fue en ese instante que su piel empezó a rajarse completamente, sentía como se rompía la piel dejando expuesto el músculo, deseaba moverse pero le era imposible hacerlo.
Cuando su problema era ya evidente el anciano giró la cabeza hacia ella y contemplo con horror aquella transformación tan sorpresiva en la piel, se paró rápidamente señalándola e inició a gritar a toda voz:
―¡Es una de Ellos, es una de Ellos!
En ese momento no pudo tolerar más su increíble metamorfosis e intentó mover su brazo para gritar al mismo tiempo que el anciano, pero sólo pudo ver con pavor cómo sus brazos y piernas en el intento se desmoronaban como polvo, seguido de su abdomen, pecho y finalmente su rostro.
El anciano, pálido, continuó gritando desesperadamente y señalando un asiento vacío, en donde sólo quedó un conjunto de ropa de mujer joven y una gran cantidad de polvo.

Quiero
Conocer el olor
De tus gemidos
Inundando
La habitación,
Conocer el vaivén
Del oleaje
De tu cuerpo
Trémulo,
Excitado.

Quiero
Conocer
El viaje espacial
De tus ojos
Cerrados,
El ramaje
Con movimiento
Incesante
De tus cabellos.

Quiero
Conocer
El trópico húmedo
Del sudor
De tu piel
Destilando
Placer
Sin control.

Quiero
Conocerte…
En las noches,
A veces,
Cuando mi cama está vacía
De ti,
Siento que duermo
En un sepulcro
Triste, frío,
Lleno de soledad, de muerte,
De inexistencia.

21 de julio de 2008
1979, narrativa, poesía, Quetzaltenango

3 intervenciones en “nutridas sensaciones de estampas integrales al servicio de reveses cautos y del siempre bienvenido asombro”

  1. Petoulqui dice:

    Interesantes relatos. Con finales impredecibles, lo cual me gusta bastante.

    El primero me recordó a uno que escribí:

    http://lasaventurasdepetoulqui.blogspot.com/2008/03/parntesis-ciclo-de-clonacin-completo.html

    El segundo también me trajo recuerdos.

    Me siento identificado con lo que escribís, Felipe.

    Saludos,

    Julio E. Pellecer S.

  2. Luis Castillo dice:

    Interesante, Felipe, en todo el tiempo que estuve allá no supe que también estabas en este rollo. Buenos relatos. Saludos.

  3. JuanCarlos dice:

    Interesante Felipe, me gusto mucho UN DIA ESPECIAL… felicitaciones!

    Juan Carlos de la Cruz

¿algo qué decir?