Te Prometo Anarquía

cálida y temblorosa —como su presencia, como sus designios— es la oscuridad que atraviesa el pecho tibiamente escindido de los guardianes de la indómita noche

 

[CHRISTIAN CASTAÑEDA]

 

 

 

REFUGIO

 

 

Arropado

entre los brazos del silencio

me rehúso a crecer

 

dentro de esta crisálida

la luz es omega

y convive en su demencia

con el alfa lunar

 

mi psique

es un islote olvidado

en la podrida inmensidad

 

afuera

los corazones subsisten

bajo ventiscas de rencor

 

somos

lágrimas

lamentos

gritos

 

de la metamorfosis humana

 

y nuestro diluvio sangriento

no es más que una salmodia

en oídos

de los bastardos regidores del mundo.

 

 

 

SACRIFICIO

 

 

¿Qué es tu rostro

sino una lágrima

entre la infinidad

y el caos?

 

te creía infatigable

eras luz

ceniza

hacedora de ilusiones

 

por vos

salieron mis ojos en huida

y extraviaron el sentido

hasta matar a dios

sin remordimientos

 

hoy

ensartaré mi cuerpo

en la Cruz del Sur

 

lentamente

 

mi sangre inundará tu morada

para que seas la vida

y yo la muerte.

 

 

 

UNA NOCHE CUALQUIERA

 

 

Cuando te anhelo

entre mis túnicas de sal

busco tu reflejo

sobre los pozos del café

 

los efluvios del miedo

me arrancan un grito

que la noche difumina

con su danza macabra

 

Mis puños

estallan en el sulfuro

de la ansiedad

 

quisiera romper

las murallas del tedio

y el decaimiento

 

hasta transmutar

en un tornado adolescente

 

Mi alma

se hunde en un infierno

de espirales de humo

 

los labios sumerjo

en un oasis de amargura

rodeado de historias traslúcidas

 

el diario vivir es una angustia sin final

 

aullaré versos malditos de Panero

junto a orgasmos vacíos

en alcobas de ángeles sin alma

 

y allá a lo lejos

en el diván de los paraísos perdidos

agonizaré

 

con el recuerdo

de tus medias rozando mis pies.

 

 

 

DESTINO

 

 

La finitud de la existencia

es un ácido invisible

 

nos corroe lentamente

desde las uñas

hasta la médula.

 

Hace tiempo

abandoné la búsqueda de heraldos

 

mi ser ingenuo los creía

en la vigilia

de nuestros pasos

 

pero los faros del cosmos son inhabitables.

 

Entre mi raza adormecida

por flagelos del progreso

sólo hallé

odio

pena

dolor.

 

La decadencia es tolerable

al comprender

que en cada esquina

la muerte

acecha entre sombras

 

el retorno a la nada

es el destino de los vivos

 

y con ellos

cualquier demiurgo salido

de su aberrante imaginación.

 

 

 

VIDA

 

 

Llegará el día

en que te escupa al rostro

devolviéndote el favor.

 

Soy

una hormiga guerrera

que antes de ser abatida

herirá la carne

de su victimario.

 

Tu hedor

es el más insoportable

más que el del vagabundo

 

ahogándose

en su cloaca poética.

 

Déjame en paz

volveré a la madriguera

 

junto a mis fotos amarillentas

escritos inacabados

 

y la promesa de un mañana

en que se libre

 

nuestra última batalla.

 

24 de noviembre de 2019
1984, autor invitado, Canadá, Montreal, poesía

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