Te Prometo Anarquía

cosed los versos, atad con la cadencia tropical las membranas que conforman la prisión del ave que, como el benteveo, ha prescindido del calor de la gárgola y del rigor de lo absoluto

 

[JUAN SECAIRA VELÁSTEGUI]

 

 

 

PERCUTORIA HEAVY

 

Me dejo decir y desdecir ante el enigma de su cuerpo punk, basura, demencia, senil, febril

música

la mesa minúscula encariñada con cervezas bacán, loser, huevón, cague.

 

La masa repite

bróder, sisters, gatúbelas, piojosos

por ahí aparece un libro, llaveritos de colores, sobres empalagan

la nariz

 

todo heavy, todo good

belleza, caso de carencias, tomamos, pedimos más dolaritos voladores

¿así querrás conseguir hembras, haciéndote el pobrecito? Fresco

sentir la incomodidad de esas sillas sucias y enanas

tomar conciencia distenderse

 

terminamos en la fosa común de un hospital el ruido no promete nada

¿a quién se le ocurre regarse en dosis extremas en una madrugada tan linda?

 

 

SALSA, SALSITA, TROPEL

 

La turba: una orquesta, cualquier instrumento es oportuno en esta feria de desparpajo

departamento, mesita de noche, anisado como cura de demencias, azul caliente

a bailar, a gozar, a conocerse en el tráfago del instante previo

a una acción jamás verbalizada más allá de los aullidos

las onomatopeyas alborotan junto a la música

 

una salsita, eso, media vuelta, vaya ahí, con ganas carajo, vamos, vamos, el hoy culmina en lo próximo

en candela del anonimato de nombres, culos y formas.

 

Las dolencias también danzan el humo dibuja sonrisas

se ahonda en avisperos de habitaciones ocupadísimas concierto

de opciones bilingües, trilingües.

 

El discurso acá es pleonasmo

toc, toc, quién es, me vengo, no me contengo, qué salsa, dios mío empalagando piernas, antebrazos, huesos

caderas

en una sola tonada, la tonada

¡que el mañana es un tajo y ya no hay!

 

 

QUIJOTESCAS CAMISAS DE FUERZA

 

Dicen tu madre está loca

ha sido capaz de vender todo y transmutar gritando y gesticulando plegarias

mientras consume sus pastillas. Pensar: pecado con olor a naftalina.

Me siento a su lado, leo unas palabras de Mario Arteca: “Aquí los árboles son individuales. Ninguno se vuelve cien por ciento rojo. ¿Qué parte se pone roja? Depende en exclusiva del árbol”

 

sonríe

su silencio cubre la habitación pabellón, infierno blanco

dibuja un árbol en el aire

azul, dice, yo lo repito

 

su bata está sucia, la saliva ha dibujado el bosque

puedo contar los pocos cabellos, me contengo

 

ambos miramos alrededor, allí no hay ventanas

ramas deslizándose, nos tocan, sus uñas contienen mi respiración trauma, secreto

árboles, árbol,

aire suspendido

puños.

 

*** Del libro Esto no es dicha

 

 

 

VOLUMEN

 

Las cosas nacen cuando se las echa de menos

he requerido de gran supervivencia para anunciar el fin del uso

de las manos precisamente de una porción de vida envenenada

en tiempos remotos

 

la una se ha ido un poco antes como suele suceder en todo romance

ahora sí se escuchó el campanario

hasta el corazón en el agua fluyendo

 

cada golpe duele el doble pero en cultura impar

una flecha de hierro en lugar de pena o queja

un disparo al aire que también en niebla acompañe

 

incinerados recuerdos de mares inconclusos

sigilosa prueba asimétrica para días lluviosos

el sentido del cansancio como signo de cierta vitalidad

la ira y la circunstancia de seguir

como si la cabeza viviera en horrendos cristales

el volumen del dolor

su manto.

 

 

VER

 

Heridas que sostienen a la belleza

sin más memoria que historias que le cuento

a mi hijo mientras él

me envuelve en la ironía de una precaución

 

sonreímos pues sostengo mi brazo enfermo para que salga bien

en la fotografía

 

la compasión tan mal vista por Los imperturbables

del hermoso poema de Piedad Bonnett es una esquirla solamente

 

el desvarío de los fuertes

un padre (que no soy yo) prefiere lamentarse por no haber encontrado una curación en lugar de mirar al enfermo

un galpón

cajas vacías

mi hijo y la broma de que yo salga a la calle

vestido con traje de boxeador

 

una fe ciega

que por momentos

ve.

 

 

SINIESTRA

 

Con las manos enfermas

poemas en ocultos murales

buenos son el beso y la risa

 

que el agua cayendo no sea para siempre

que la espera dure la finitud de su fatiga

el vacío entre el tiempo y el sonido de las cosas

 

despojado de tristezas

el aguacero amaina entre unos dedos que todavía intuyen

la brillante melodía convirtiéndose en sobresalto

 

dice Séneca que la mayor acción es contemplar

veo mariposas de colores en cielos perdidos

 

enfermedad

escaso hilo que se va

los días no suceden

se rastrean.

 

 

***Del libro La mitad opuesta

 

DESPOJÁNDOSE

 

Una estridencia en las manos

shock eléctrico sin música

la demostración de una piedra abandonada

donde el mar se convierte

en lluvia y presión.

 

El agua transforma

los días son islas y mareas

entre montañas

un despojo

fantasmagórico

corte

claro

oscuro

parcial

de fondo.

 

***Inédito

 

JUAN SECAIRA VELÁSTEGUI. (Quito, Ecuador, 1971). En poesía ha publicado los libros: Construcción del vacío, 2009, mención especial del premio Ángel Miguel Pozanco (España). No es dicha (Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade), 2012. Sujeto de ida, 2014. Ribera de cristal, 2015. La mitad opuesta, 2017,  Caracoles hacen círculos en las sienes (una de las plaquetas ganadoras de la colección «Cronología del Espejo», de Editorial Despertar), 2017 y La malsana marcha a contraluz, 2018. Su poesía forma parte de antologías nacionales e internacionales.

 


15 de febrero de 2019
1971, autor invitado, Ecuador, poesía, Quito

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