Te Prometo Anarquía

haz que circule el revólver, esa dádiva preciosa, y apuesta alto: son cuatro piezas para el mismo juego

tania hernández

 

[TANIA HERNÁNDEZ]

 

ANA MARÍA NO TIENE CORAZÓN

Así si ya no te sentís tan machito, ¿verdad?

la punta del arma cae dura sobre el pecho

Puta, es que desde que yo era chiquita no has hecho más que joderme la vida. Primero con la onda de mi papá. Que por culpa tuya dejé que me hiciera lo que me hacía, a pesar de que la náusea y el dolor me invadían el cuerpo tanto como él. Ni siquiera me dejaste que lo matara cuando tuve la oportunidad. Allí estaba, tumbadito en el sofá de tanto guaro, y yo con unas ganas de insertarle el cuchillo en el cuello a ese hijoeputa. Pero te metiste vos en medio, con tus mierdas, que no vos, que tranquila, que mirá que la culpa es del alcohol, que quién sabe si de veras en el fondo te quiere. Y yo de imbécil haciéndote caso. ¿Y qué pasó?, que eran puras pajas pues, porque el otro día yo misma le pregunté, y me gritó que qué me creía, que cómo me iba a querer si yo no servía para nada, ni para coger, pero que como yo estaba menos peor que mi mamá, pues que por eso me cogía, para no desperdiciar. El muy hijo de puta.

Ana María le quita el seguro al gatillo y vuelve a apuntar

Y vos no empecés a chillar, que apenas estoy comenzando. Porque allí no quedó todo, no. Me seguiste chingando la vida, cerote, comiéndome el coco para que yo me metiera con cuanto idiota se te atravesaba en el camino. Que ya olvidá al viejo, vos. Que mirá ese César, se le nota a leguas que anda tras tus huesos. Y el Rubén, mirá ese maje si que es buena onda, ese fijo que te va a cuidar bien. Y el Mario, y el Tono, y el Chepe, todas puras joyitas, ¿vaá? Ya vas. Y vos en lugar de defenderme solo alcahueteándole todo a aquéllos. Ni sé cuál de todos fue el peor. Si el que me madreaba en plena calle, el que me tenía de cholera y ni me tocaba porque prefería irse de putas o el que me quebró la mano para quitarme las llaves del carro porque por bolo yo no se las quería dar.

pasa el revolver a la mano izquierda, abre su mano derecha y la observa unos segundos, absorta. Esa mano que aún duele, pero que también algún día tocó, acarició, amó. De repente reacciona, se da cuenta de la trampa. Tiene que apretar los dientes para obviar el dolor punzante que siente al volver a empuñar el arma

Ninguno me quería vos. Nin-gu-no. Vos y ellos puro daño me hicieron. Pero hoy si te llegó tu hora. Ya no me vas a seguir chingando la vida, hijoep….

el disparo es certero, el corazón de Ana María, maltratado de tanto abuso, explota fácilmente. Se hace pedacitos dejando salir, junto al líquido rojo y acuoso, toda la ternura rechazada, todos los sentimientos traicionados. El impacto la hace caer de rodillas y llorar las últimas lágrimas de su vida. Espera un momento para recuperarse. Se levanta y, satisfecha, se pasa la mano sobre la abertura pectoral. No más dolor, le digo desde adentro, ese idiota sentimental ya no te hará sufrir. Esto es sólo el comienzo. Me emociona oír que mi voz ya no es sólo un susurro, que se va haciendo cada vez más fuerte. ¡Triunfamos!, le grito finalmente. Ana María sonríe, va a la cocina dejando huellas de sangre a su paso. Saca una cerveza y brinda por mí, La Razón, sin saber que algún día yo también seré capaz de traicionarla.

 

EL RETORNO DEL JEDI

Esta estampita de Luke Skywalker fue lo único que me quedó el día que mi papá la arremetió contra mi álbum de colección. Uno de esos días en que, ante sus ojos, el alcohol nos convertía a mi mamá y a mí en clones enemigos. Pau-pau-pau, no necesitaba armas láser para neutralizarnos. En sus puños cabía todo el lado oscuro de la Fuerza.

Ayer se apareció por mi casa, dizque para disculparse por lo de mi mamá. Le conté que Luke Skywalker es el santo de los parricidas. De niño nunca me atreví a decírselo, pero ahora ya lo sabe. Fue lo último que le dije antes de dispararle.

 

AMENAZA SONORA

Once de la noche. Frente al computador, con los audífonos puestos, Laura ríe viendo unos videos que le mandó una amiga. Al sonido del timbre salta. A esa hora solo podría ser Él. ¿Podría ser Él? Apaga el monitor y se levanta sin hacer ruido. No hay nadie en casa, murmura para sí, como si ese conjuro la hiciera invisible. Apaga la luz de la sala. Las rendijas de la puerta se iluminan. Significa que alguien encendió la luz de las escaleras. No hay nadie en casa, repite a manera de mantra. Ve el teléfono. Lo toma. ¿El número de la policía? Pasos subiendo. Bloqueo mental. Laura sin zapatos. Va a la cocina. Coge un cuchillo. Siguen subiendo. Primero, segundo, tercer piso. Espera detrás de la puerta. La vista fija en el cerrojo. Espera. Espera. Suena el timbre… en el apartamento vecino. Laura vuelve a respirar pero solo hasta que está completamente segura de que la voz del visitante no es la de Él. Otro amigo de la vecina que se equivoca de botón.

Todavía temblando, cuchillo en mano, vuelve a la sala y se sienta en el sofá. Una voz interior intenta convencerla de que Él no será capaz de encontrarla, aquí, después de un año y en esta nueva ciudad. Como no logra tranquilizarse, Laura toma el mando a control remoto. La música siempre ayuda. En la radio suena una voz masculina,

No te voy a dejar libre
Voy a buscarte bajo cielo y tierra
Este amor no fue una apuesta, mujer

Por ti caminaré
Siempre aquí estaré
Y te perseguiré*

Malditos salseros, dice, y rompe a llorar.

(*Extracto de Caminaré, de Gian Marco)

 

HISTORIAS DE ÁNGELES

Voy a visitarlo al hospital. Jorge me saluda con una sonrisa y me cuenta historias de ángeles que realizan rituales líricos de media noche. Son sólo los síntomas de la enfermedad —me dice el médico en voz baja—. Me hubiera gustado conocerlo en Puebla, en su mejor época, cuando compartía con mi padre exilio y creación poética. Un crítico lo describió entonces como un hombre derecho con una cierta severidad en la mirada. De ese hombre no queda más que la sombra. No hace falta mucha fantasía para adivinar, en lo pálido de su piel y sus profundas ojeras, al vampiro de alcohol que le succiona la vida.

Alguien encontró mi número en su agenda telefónica. Creyeron que la inscripción “mi hijo” determinaba una relación de consanguinidad entre nosotros y me llamaron. Puedo imaginar a mi padre escribiéndolo allí, antes de volver a Guatemala, días antes de que lo mataran. Fue Jorge el que me llamó entonces para darme la mala noticia. Nos escribimos durante años. Varias veces me invitó a que lo visitara en México, pero, por una u otra razón, fui posponiendo mi viaje. Esa manía que tenemos de creer que la vida tiene cualidades elásticas. No pude o no quise intuir sus desesperados intentos por matar la tristeza a puro veneno etílico.

Me hace una señal para que me acerque. Recuerdo que soñé contigo en el mar ―me susurra al oído para que el médico no lo oiga― un ángel con tu imagen me alegraba el día. No sé mucho de su vida amorosa. No sé si tuvo otros amantes, antes o después de Puebla, pero, en este momento, quiero creer que en esa frase, fragmento de uno de sus poemas más conocidos, hablaba de mi padre.

26 de octubre de 2010
1968, Frankfurt, Guatemala Ciudad, narrativa

7 intervenciones en “haz que circule el revólver, esa dádiva preciosa, y apuesta alto: son cuatro piezas para el mismo juego”

  1. Manuel Solórzano dice:

    ¡Excelente selección de cuentos!
    Realmente buenos. Felicidades!.

  2. Manuel Solórzano dice:

    ¡Excelente selección de cuentos!
    Realmente buenos. Felicidades!.

  3. Lorena Victoria Pineda Cabrera dice:

    Felicidades, es un orgullo ser amiga de Tania, a quién felicito por su trabajo

  4. Brenda M. dice:

    Crudos pero muy buenos!
    Incluso hay cosas escondidas en esos casos tan comunes que Tania los sacó del closet!

  5. Tweets that mention haz que circule el revólver, esa dádiva preciosa, y apuesta alto: son cuatro piezas para el mismo juego | TE PROMETO ANARQUÍA -- Topsy.com dice:

    […] This post was mentioned on Twitter by アレックス ソコプ, rafael romero. rafael romero said: Tania Hernández y su narrativa realista en cuatro piezas esta semana en "Te prometo anarquía": http://tinyurl.com/2vdhjd6 […]

  6. Duffboy dice:

    Fulminante narrativa. Envidio la dimensionalidad de sus cuentos.

  7. «love veintediez», de tania hernández, reseñado por germán hernández | TE PROMETO ANARQUÍA dice:

    […] TANIA HERNÁNDEZ […]

¿algo qué decir?