Te Prometo Anarquía

un mirada que se esconde para desentrañar retazos de vida entre los recovecos de la urbe

 

[LESLYE TÁNCHEZ]

 

El recuerdo con el tiempo se va borrando, el recuerdo con el tiempo

se reinventa, se idealiza y se vuelve a llorar.

POR UNA SEÑAL

1
No se le cayeron al instante; sólo cuando su cara topó contra el suelo, cuando su quijada se desencajó de su rostro.

La vieron atravesarse la calle de doble vía. El primer golpe asestado fue una grosería, el segundo fue determinante, el tercero la derribó al suelo, el cuarto fue pasar sobre un túmulo, y el quinto, y el sexto, y el séptimo, y el octavo, y el noveno, y el décimo… y así los que siguieron. No se fijaron, no se dieron cuenta que la destruyeron. Era un bulto en medio del camino que rodaba de un lado hacia otro; deshaciéndose, desarmándose, desfigurándose. Eran las cinco de la mañana, días de enero; demasiado oscuros, demasiado fríos. Era una anciana que recolectaba basura: que buscaba latas, comida, que no buscaba la muerte pero la encontró… hubiera sido mejor iluminar la Calzada, antes.

2
Jugaba, se reía, se distrajo, no lo vio venir, pero los pasajeros sí, y gritaron al mismo tiempo que el niño caía inconsciente al suelo. Tenía dos años. El coma duró 3 días, la angustia todavía duele.

3
Su error fue ver en la dirección correcta antes de cruzarse la calle. El carro que lo atropelló iba en la vía contraria. Cuando puso el pie en la acera sintió un giro nauseabundo y un fuerte y punzante dolor de cabeza.

4
Los niños son traviesos, juguetones, a veces todo lo ven bonito. Todo lo ven más grande, todo les pesa más, cualquier golpe, cualquier insulto, cualquier abuso les queda grande. Y un carro? Y una moto? Y una bicicleta? Y un bus? Y un tráiler?

5
Buscamos la cebra, pero no había. Vimos si había alguna señal de alto, pero tampoco había. Buscábamos una luz roja, un túmulo, un reductor de velocidad… Cuando volvimos la mirada ya era demasiado tarde. Cuando abrí los ojos la gente se amontonaba a mi rededor y me miraba con pavor. Cuando busqué a mi compañía, la encontré pero esta no se movía. Cuando cerré los ojos al abrirnos no puede ver más.

6
La dichosa esquina. Los terribles golpes secos, los gritos y las especulaciones se escuchan siempre. Hoy fueron cuatro, ayer fueron tres, anteayer fueron dos, pero antes… antes eran más. Hoy tuvimos suerte, al menos no se ha matado ninguno, al menos los que se estrellan en esa esquina quedan “enteritos”.
Un día el golpe fue mas fuerte, cuando salimos el carro estaba llantas arriba, nadie salió lastimado. No como la vez que el estrellado fue un pick-up y una señora salió volando… cuatro metros lejos del carro, ella venía en la palangana, solo quedó un poco… “azurumbada”.
Ni bien cae el muerto, prenden la vela, ahí mismo junto al cadáver, a la par del charquito de sangre. Esa vez si estuvo jodido, la muchacha que llegó a socorrer al pobre hombre, se llenó las manos de sangre cuando le intentó sentir el pulso en el cuello, no voy a colorearles la escena. Lo cierto del caso es que la pequeña moto con los dos tripulantes quedó hecha pedazos. El señor y su niño, de no sé cuantos añitos, ambos sin casco, volverán a encontrarse algún día. En ese momento el niño lloraba aturdido, el padre estaba tendido en el piso. El camión a media calle con la cabina salpicada de sangre, los bomberos se discutían al sobreviviente y una mujer lloraba la tragedia, no salió en los diarios, ni siquiera en aquellos que colocan los rostros bañados en lágrimas en primera plana, el accidente no salió publicado con letras grandes. Al tiempo pintaron rayas blancas en ese cruce, a veces hay alguno que otro accidente.

7
Esa hora es la más complicada, al menos para atravesarse esas calles, justo en la mañanita cuando todos se dirigen a sus labores, escuela, trabajo… Así es, autos y motos en varias direcciones, bicicletas. Suena un silbato pasan unos, suena el otro silbato pasan los otros, la congestión vehicular se hace estampida y el peatón se viste de torero. Pero hay que calcular de qué lado viene el golpe con más fuerza. Uno, dependiendo también de que lado quiera pasar, se pregunta: ¿A qué hora el silbato detiene el tránsito para que yo pueda pasar? ¿En qué momento el peatón tiene derecho a transitar? ¿En qué momento un movimiento de manos de ese policía me dice que pase sin temor? ¿Cuántos atropellados tendrán que recoger? ¿Cuántas historias de muertos habrá que recopilar?

8
Dejó tirado el canasto y un zapato. Un golpe en la nuca fue suficiente. Lo que no fue suficiente fue llorar, lo que no fue suficiente fue maldecir; ni renegar, ni escribir, ni las explicaciones, nada le traería de vuelta.

9
Ya tendido en el suelo parecía que estuviera durmiendo, y de hecho dormía. Sí, para siempre. Sus pasitos no alcanzaron, su bastón no detuvo al vehículo, su voz; cansada, anciana, no dieron a basto. Quién sabe si le habrá dolido. Todo fue tan rápido.

10
Me pegaste un gran susto le dije. También me asusté -me dijo entre cortada. El carro le quedo a una cuarta, cerquita, cerquita…
El mundo, la gente va de prisa.

Y luego… no quiero, no me da la gana, recordar mas rechinares de llantas, ni de dientes, ni crujidos de huesos, ni tinturas de sangre, ni estallidos de gritos; de vidrios, de llantos, de cuerpos, de corazones.

No coleccionamos desgracias…

OJALÁ ME VAYA BONITO

Uno sale a la puerta de la casa y se persigna apretando los ojos y musitando un amén. Otro que sale a la puerta de su casa y reza mientras da inicio a sus pasos, otro ora fervorosamente para que todo vaya bien en el camino, otro azota la puerta y se va “como la gran puta”, otro no mira para ningún lado, ni aprieta los labios, ni suspira, ni añora, ni se imagina nada y sigue caminando. Otro mira el cielo, está despejado, agradece el sol tierno de la mañana, sonríe y sigue caminando. Otro cierra la puerta, echa candado macizado con cadenas, una tranca y una piedra, y sigue caminando. Otro oprime un botón en el control remoto, saca su carro se mira en el retrovisor se peina las cejas y avanza. Otro sale a la puerta se amarra el zapato, saluda al vecino, agita la mano en el aire, listo, sigue caminando.

Un navajazo, un disparo, una carrera.

Cae el muerto, ya está encendida la vela, a la par un vasito con agua, para el camino.

Se escucha un grito, se llama un nombre, nadie responde, se llama un nombre… se repite un nombre que se ha quedado sin rostro.

LA GRUTA Y EL VACÍO DE MIS OJOS

El calor que emerge desde el vientre de la tierra me cobija los pasos. La brisa, traviesa, me besa los labios pero no me abraza ni acaricia mi lengua ni mi vientre. Avanzo lenta inmersa en el sopor de la mañana. La tierra se cuela por mis dedos; blanda, suave y húmeda, tiene la frescura de la oscuridad, esa que siempre está. Avanzo. El agua canta mi nombre y yo acudo a su llamado. Huele a verde a madera y piedras calientes. Me acerco a la orilla donde la humedad refresca mi tallo marchito. La atrapo en el hueco de mis manos y encierro su melodía entre en un jarro. Sorprendo al sol espiándome por detrás de las montañas, el calor de su mirada lo delata. Me marcho aligerando el paso, pronto me invade una angustia terrible, una mano invisible amenaza con sujetarme del hombro para enraizarme entre las piedras. Doy un trastumbo, tiemblo de miedo, mis manos se apresuran en el espacio abierto buscando una salida amiga. Sigo una ruta que mis pies ya conocen y me dejo guiar por ellos. En el muro mis dedos encuentran una gruta que se hace cada vez más ancha y me permite el resguardo. Me están observando. En alguna de las cámaras se escucha el eco de un revoloteo que espanta la calma y la tibieza de mi cuerpo. Tengo miedo. Me encuentro en un centro cálido, mi alma se muere de frío y rasguña el tiempo para que pase más rápido. Huele a humedad. La confusión se apodera de mis sentidos y corro para cualquier parte, mi rostro encuentra el filo de las rocas. La sangre brota silenciosa, mi frente palpita. Mis pasos me han traicionado. Me crujen los dientes, aprieto los ojos. Mi garganta libera un gemido que libera gotas de agua que me llueven sobre los hombros. Continúan los sollozos, mi corazón se ha encogido como una oruga y me cuesta respirar. Escucho que alguien corre de un lado a otro y una risa burlona y despiadada me ha robado la voluntad. Estalla un grito que penetra mis oídos y eyacula en mi cerebro. Mis manos se apresuran a tapar mis oídos para aliviar la angustia. El cántaro se hace pedazos y me escupe las piernas, las piedras me amenazan con su filo, me resisto a su esclavitud dolorosa. Cubierta de espanto me lanzo a lo que venga y desgarro el capullo de desdicha, pierdo la noción del tiempo y sigo avanzando. Afuera.
Pasando el portal, las cadenas se quejan por el peso que les imponen. Mi túnica esta mojada y áspera de suciedad. Mi rostro cubierto de polvo, lágrimas y sudor, mi mano explora las paredes, se topa con una herida que la muerde rabiosa. Afuera todo es igual, metales incandescentes que gritan con cada martillazo, resoplos de caballos y chasquidos de herraduras, voces huecas, gritos y risas de niños, voces adultas, olores y una cantidad exagerada de sabores que me saturan el paladar. Los relinchos de un caballo me llaman para que nos ayudemos. Me acerco y acaricio su enorme cara, le sujeto por el cuello jugando con su melena, encuentro un espacio tibio y acomodo mi cabeza pegando la oreja a la piel que forra los músculos de su pecho, escucho el transito de su vida por todo su organismo y ahí me acomodo.

¡Ladrona!

¡Agárrenla! ¡Hechicera! ¡Quiere matar al animal! Que se esta robando el caballo… ¡Lo está envenenando, le esta robando el alma! ¡Agárrenla, se lo quiere robar, hechicera, ladrona, hechicera, maldita, mustia!… Mátenla, mátenla, mátenla, mátenla, mátenla…
Llueven palos e improperios mientras mi cuerpo se incendia por dentro dejando una mancha en el suelo. Ninguno hablará de la basura.

18 de septiembre de 2008
1984, Guatemala Ciudad, narrativa, prosa

10 intervenciones en “un mirada que se esconde para desentrañar retazos de vida entre los recovecos de la urbe”

  1. lusifergua dice:

    ¿Leslye tiene blog? Es que no encontré el link y quería leer algo más.

    Me gustó mucho el de La gruta. Sin embargo me parece que los otros textos tienen una estructura directa, que no intenta perder al lector. Leslye tiene muy claro lo que quiere decir, y lo escribe sin más.

  2. Petoulqui dice:

    Estoy de acuerdo con Lusifergua, a mí también me gustó mucho “La Gruta…”. A lo mejor sería interesante internarse más en ella.

    También es excelente leerte, Leslye T.

    Saludos de Julio P.

  3. Anonymous dice:

    Hola, gracias, aún no tengo blog. Pero si buscan La Carreta está publicado en el blog de un amigo http://Latatuana.blogspot.com, y Pasado y otro tiempo en http://www.letralia.com/193/letras01.htm
    Salud!

  4. Telescopiados dice:

    Felicitaciones Leslie. Baco, Saludos!.

  5. la-filistea dice:

    Yo iba a preguntar lo mismo si tenías Blog. Hey Leslye abre un espacio en verdad tienees mucho talento. Los relatos cortos me impactaron.

    Sigue escribiendo y ojalá te animes a abrir un blog!
    Tu lectora desde ahora.

    P.S.
    Rafael, sigue adelante con este proyecto de Anarquía, yo te apoyo.

  6. Centro America Rebelde dice:

    Compañera la invito a crear un blog y compartirnos mas de estos cuentos que que hay en su interior…

  7. Anonymous dice:

    Gracias, sí, estoy en ello.
    Leslye Tánchez

  8. Diego Ochoa dice:

    Posees un talento increíble, Leslye, como pocos en este país. Me encantó la visión directa de los relatos ultra-cortos de tu primer bloque; aunque la descripciòn poética y el hábil manejo de las palabras es más evidente en tu último relato; eso, unida a la trama, augura mucho en tu favor.

  9. Leslye Tánchez dice:

    Muchas gracias por tus palabras, son aliento fijate.

  10. Alma Aguilar dice:

    Amiga, buenisimo…… vaya buenisima vos!!!

¿algo qué decir?