Te Prometo Anarquía

penetrante verbena entre la savia y el devenir de los oscuros hados

 
[SAMARA PELLECER]

 

Antinomia

Traspasó las manos,
las ramas deshojadas,
cercano y distante,
la risa oblicua escupía
un universo tembladizo
plagado de memorias,
de etílicos lamentos,
de árboles rasgados
por el viento fulminante
de la muerte.

Pasiones insoladas
de bosques amarillos;
fugaz contacto del sueño
en la unánime atmósfera del miedo.
Caen, giran, flotan
esas hojas secas de la antinomia.

Inercia

Mis labios se estancan,
demoran, se yerguen en lo insondable.
No estoy estando entre tus brazos,
no estoy en esa quimera de pececillos muertos.
Me espantan tus ojos que miran
no mirando a los míos.
Me quema el cerebro
la fugaz ausencia
de tu mundo y tú,
inertes.

* * * * *

Puentes,
entre la nada y la piel
entre Kant y el deseo
de las focas por el hielo
de los murciélagos por las cavernas.
Puentes,
de sonrisas sísmicas
entre nuestros ojos
entre nuestros labios.
¡Lazos!
Multicolores lazos
de insomnio y cansancio,
moscas y cebras.
Círculos,
de nosotros,
“las nubes de mosquitos”
y el universo en un embudo,
de nosotros
de vos… de mí,
de mí… de vos,
de ellos…

* * * * *

La ciudad duerme
y tu fantasma la recorre
como recorre mi cuerpo.
Las fauces del deseo que todo contaminan,
la marea, el vaivén del cloroformo,
nuestros ojos precipitándose al crepúsculo
e hilvanando estrellas desfloradas.
Y allí estás,
dispuesto a arrancarme los pechos,
corriendo a la inversa
del círculo concéntrico.
Ahora sólo quedan
bichos muertos y espuma
apenas perceptible a nuestro olfato.

Delirio

En medio de la locura de una jauría embravecida,
atrapada en su densa espuma negra,
perseguida por los fantasmas de las hienas
en este insípido paraíso de la muerte,
quisiera respirar…
quisiera sacar la mano
y sentir el aire tibio de las libélulas,
saber que algo existe, que no exprime
las pocas células de la conciencia exhausta.
¡Ah! Si pudiera…
¡Si pudiera erguir mi calavera,
tirar al fango la funesta espera,
sacar el heno que queda en mi caverna,
quitar los guantes a estas manos yertas!
¡No más necesidad!
No más necesidad de enredaderas,
no los nidos, no las flores ahora muertas;
no figuras, no truenos ni condenas,
sólo yo y la circunferencia lenta.

29 de febrero de 2008
1971, Chimaltenango, nosostromos, poesía, San Miguel Pochuta

2 intervenciones en “penetrante verbena entre la savia y el devenir de los oscuros hados”

  1. paciente de turno dice:

    tu poesía tiene un toque de exquisitez y de fatalidad que impresiona… siempre con finales perfectos,

    un placer leerte

  2. CIUDADANO CERO dice:

    La profundidad y exquisitez, son innegables de los textos de la maestra Samara Pellecer. Gracias por todo y un gran salud.

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